miércoles, 17 de febrero de 2010

MURAL DE LA UNIVERSIDAD DEL CAUCA-HISTORIA DE LA MEDICINA EN EL GRAN CAUCA, NO DESTACA A LAS NEGRITUDES.


EL LIBERTADOR DE LOS ESCLAVOS, GENERAL JOSE HILARIO LOPEZ, DESTACADO EXPRESIDENTE DE COLOMBIA Y GRAN PAYANES.


¿Que pasó con los afrodecendientes?



Viendo con admiración y sorpresa, el inmenso mural del frontis de la Facultad de Medicina de la Universidad del Cauca, de la colonial, señorial, religiosa y ex esclavista ciudad de Popayán-Colombia, creado y diseñado por el artista y docente BELISARIO GOMEZ así como por el maestro escultor Alejandro Muñoz Castro y otros asistentes de la escuela taller de restauración de Popayán. La magnifica obra, en la técnica de mosaicos musulmanes,-losetas o teselas- dignos de ciudades como, Pompeya, Atenas, y más recientes como los gigantescos murales de Diego Rivera en la Universidad de México, sobre las etnias indígenas del imperio azteca.
Esta obra de arte digna del cumpleaños 471 de Popayán, sobre la Historia de la Medicina en el Soberano Gran Cauca, que va desde los ancestros indígenas y las congregaciones religiosas que auxiliaron a los pacientes del hospital del Puente del Humilladero, hasta los del Hospital Universitario San José-“desprotegido por el gobierno nacional y parroquial”, así como de los símbolos universales de la medicina tradicional, como Hipócrates, y de los avances tecnológicos de punta de computadoras de cuarta generación , iluminados por la antorcha de la sapiencia ,”Posteris Lumen Moritorus Edat” a las puertas del Alma Mater, en un conjunto artístico de mosaicos de teselas variopintas, en una área aproximada de casi 300 metros cuadrados, y donde no Se ven por ningún lado representantes de las negritudes afro caribeñas y colombianas, que con su sabiduría de las yerbas de sanación o de santería, y con su fuerza física de “animal de carga o de batalla” y su sincretismo religioso, su vena musical y del baile ritual de sanación, fue olvidado a través de la historia, y en esta oportunidad del mural de mosaicos también, pero creemos que fue por error histórico involuntario de sus diseñadores, que en vez de negros, pusieron mulatos y zambos sentados, o mejor digamos, en actitud de hacer pereza y no de la rudeza del trabajo que les tocaba realizar, obligados por sus Encomenderos, los señores feudales; los Mosqueras, Negret, Iragorri, Valencias o los Angulo, en las minas de El Tambo, Barbacoas, Guapi o del Norte del Cauca en Villa Rica, y en el Chocó, donde el llamado poeta soldado y verdugo JULIO ARBOLEDA Y POMBO junto a su hermano Sergio, eran en Popayán los grandes esclavistas de esa nefasta época de la historia.

Esta breve reseña del hermoso mural de teselas en Popayán-Cauca- Colombia, me hacen recordar, cuanta importancia tienen las negritudes, no solo en el África- tierra o cuna, génesis del genero humano, del Caribe,Ahiti, de Sur América y en fin de todo el mundo, y hasta en la racista Norteamérica, -New Orleands, o en Miami, etc., donde para respetar los ancestros negroides, su cultura y sus costumbres esotéricas y medicinales de sus Orizhas, un Abogado tuvo que recurrir hasta la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, ¿veamos porque?

Para el juicio de la Iglesia Lucumí de Babalú Ayeé de Hialeach. Ernesto y su hermano, Fernando, estaban demandando judicialmente a dicha ciudad por razones “médico” religiosas.

“Hace unos cuantos años, le di inadvertidamente a mi hermano, el abogado, lo que resultaría ser su boleto para una comparecencia reciente ante la Corte Suprema. Yo vivía en Miami y escribía algunas veces sobre la Religión Afrocubana de la Santería para la edición en Español de The Miami Heráld.

Un día le presenté a mi hermano a Ernesto Pichardo-dice, Patricia Duarte. Editora de la revista “La Familia de Hoy”, del diario “New York Newsday”. Un oficiante de la medicina orizha y santería con quien había entablado conocimiento en el curso de mi trabajo. Con el tiempo, cuando un Santero necesitó asesoría legal, Jorge Duarte se convirtió en el Abogado principal para el juicio de la Iglesia Lucumí de Babalú Ayeé de Hialeach. Ernesto y su hermano, Fernando, estaban demandando judicialmente a dicha ciudad por razones religiosas.
Cinco años después, el caso llegó al Tribunal Supremo de Justicia de los Estados Unidos.

El 4 de noviembre último del 93, el alto Tribunal escuchó los argumentos sobre la Ordenanza Municipal de Hialeach que prohíbe los sacrificios de animales fuera de los mataderos en rituales que no estén destinados primordialmente a suministrar alimento.


Los Pichardo aseveran que dicha Ordenanza infringe su Derecho a la Libertad de religión bajo la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, en este caso, una religión que se practica ampliamente no sólo en la Florida, sino también en Nueva York.

Mi hermano-dice la Duarte, que administra una oficina legal de una sola persona en Miami, dedicada a los litigios referentes a las lesiones personales, fue el co-asesor legal con otros dos bogados, representante elevado de la esfera académica y de la American Civil Liberties Unión. Fue la fantasía de cualquier abogado convertida en realidad.

Aunque la decisión no será pronunciada durante algún tiempo, mi hermano pareció asombrarse de que el Tribunal entendiera el principio, que él y los Pichardo han venido defendiendo por espacio de años contra los funcionarios locales intolerantes y las múltiples insultantes: que todo esto no se refiere a la crueldad contra los animales; se trata de los Derechos Humanos Fundamentales.
Pero no se le puede culpar por estar sacudido hasta la médula; antes de que el caso lograra su situación actual de causa triunfante, nadie más quería ni tocarlo.
La santería y la medicina primitiva o alternativa no era una causa popular en la Florida conservadora, de modo que los grupos establecidos de los Derechos Civiles al principio le sacaron el cuerpo. Así, mucho antes de que se concretara cualquier ayuda legal, mi hermano dedicó muchas horas de trabajo gratis a los Pichardo. El podía escasamente darse el lujo de costearlo, pero el asunto atrajo a su sentido de la injusticia social.

Continuando, Patricia Duarte; ”Mi hermano es muy distinto de la mayoría de los demás abogados cubanos de su generación en Miami. El es ceñudo, sin apariencia vistosa, directo. El no cree mucho en las actividades sociales.
Instruido en las escuelas del nordeste de los Estados Unidos durante el decenio de 1960, él continúa estando orgulloso de lo que califica en sus “credenciales liberales radicales”. Bajo la franela gris late el corazón de un exhippie que nunca se vendió.
Cuando él empezó a representar a los santeros y a los “médicos” afrodecendientes, los colegas se reían disimuladamente de él o le fruncían el ceño. Durante las audiencias públicas, Los espectadores cacareaban como los pollos de sacrificio proverbiales siempre que él se levantaba para hablar. Hasta nuestra madre se horrorizó cuando se enteró de que su hijo, el Abogado, había hecho causa común con los “médicos brujos”. Con el tiempo, ella se lo achacó solamente a la “excentricidad” por parte de Jorge, aunque ella tenía aún algunas dificultades para explicárselo a su club de canasta.

El sentimiento contrario a la santería, arraigado en muchas motivaciones diferentes, ha fomentado una alianza improbable entre dos sectores distintos de la sociedad de la Florida. Uno es el “establecimiento anglo-americano”. Ernesto Pichardo ve su oposición intransigente contra su religión como un modo hábil de manifestar libremente el prejuicio anti-hispano, disfrazado de postura moralista.

El otro es la clase media cubana, tradicionalmente incómoda sobre la mitad más oscura de su herencia afro-europea y siempre inclinada a barrerla debajo de la alfombra. Esto crea una norma doble interesante. Si se le pregunta a los Pichardo, los mismos políticos que se les opusieron estaban sacrificando pollos en secreto para lograr buena suerte antes de las elecciones.

Ernesto Pichardo mismo es persona precisa, un hombre ligero, oscuro e intenso que se próxima a los 40 años de edad. Mitad erudito, mitad campoblano, él esconde una inteligencia acerada en el hablar y la actitud de los barrios de Hialeach. Está imbuido de un sentido solemne de misión- la de legitimar la santería- que él equilibra con un humor irónico y un gusto por el exhibicionismo.
La Duarte anota;- lo conocí en una asignación para un reportaje. El había organizado una peregrinación religiosa A una comuna afro-americana de la Santería en un rincón remoto de las Carolinas, y yo me uní al viaje en el microbús chirriante y polvoriento.
Un año después, cuando la iglesia de los Pichardo fue prácticamente expulsada de Hialeach por la legislación, mi hermano lo vio como una infracción clara contra sus derechos bajo la Primera Enmienda. El modo que, se preguntó él:¿Por qué no estaban todos lo demás viéndolo de igual modo?

El caso fracasó dos veces en los Tribunales inferiores. Recuerdo la tarde, hace cinco años, cuando Jorge me informó que iban apelar a la Corte Suprema. “Bueno”, le dije casi tristemente, “aferrate a tus cañones”. Pero, desde mi terraza en el suburbio de Kendall, los escalones del Tribunal Supremo de los Estados Unidos parecían estar imposiblemente lejanos.


En estos días, Jorge está considerablemente más feliz. El escribe una efusión de apoyo moral desde círculos inesperados de Washington: Los periódicos que mostraron la cara de Ernesto; la Oficina Federal

De Investigaciones que proporcionó una protección abundante y hasta entusiasta, y una coalición de religiones de la corriente principal que presentó un resumen legal de apoyo del “medico” santero.

¿Y qué hay si el alto tribunal les falla al final? Aún así, creo sinceramente que todo no se habrá perdido. Para los Pichardo, el hecho de que la Corte Suprema revise su caso es Una afirmación de que las cuestiones que ellos vienen planteando no son únicamente graves, sino que son Fundamentales para el sistema de valores en los Estados Unidos.
Y para mi hermano. -Finalmente dice Patricia Duarte-;” Sospecho que el sólo estar allí ha sido lo suficiente”.

-N/R; Poco tiempo después el caso fue fallado a favor de las practicas de los” médicos” santeros, y hoy no es extraño hallar cadáveres de pollos-como rituales-, en las zonas verdes o en las graderías de las Cortes en Miami, como practicas de la santería afro-cubana, invocando las gracias de Changó, de Eleguá y de Babalú Ayeé.

-La hipótesis sobre los supuestos vínculos del escritor norteamericano Ernest Hemingway con la santería cubana provocó la reflexión de los participantes del “II Coloquio Internacional sobre la Vida y Obra del Autor” que se celebró en la Habana recientemente.

Otro argumento para su interesante hipótesis es el hecho de que el escritor donó la medalla del Premio Nobel de Literatura, al santuario de la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla, en la localidad del Cobre, en Santiago de Cuba.
Los ritos de la santería cubana, la Regla Conga y otras religiones de origen Africano, de amplia base popular, son difundidos como folclor en la pintura, el cine, la televisión y el teatro, mientras los músicos invocan a los Orizhas-dioses-,a ritmo de salsa. ¡y nosotros opinamos que sin Negro, no hay guaguancó!.
Tal apertura fue explicada como reparación de una injusticia histórica, pero los observadores políticos la interpretaron además como tentativa de unidad.
….Esperamos que aquí en Popayán Colombia, con la inauguración del mural “Historia de la Medicina en el Gran Cauca, donde predominan rostros Helenos, anglosajones y arios, y donde faltaron los afrodecendientes caucanos, no vayan a desconocer- como algo similar- a las negritudes de Guapi, del Chocó o del Norte del Cauca…. ¿Que dirán los Soneros del Patía? y las “Cantaoras” del valle patiano, o el grupo musical negroide de “Los Caucanitos” con su pegajoso son cubano. Que prestaron sus huestes de soldados no solo a la lucha Independentista de la Republica, sino también para engrosar las (autodefensas) realistas del Rey Fernando VII al mando del indígena pastuso traidor, Agustín Agualongo y Cisneros- en 1823- el mismo que le puso un tiro de fusil al gran maestro masón “Grado 34-no autorizado por la masonería universal”, Thomas Cipriano de Mosquera, dejándolo como hoy se conoce, con el remoquete de mi “general mascachochas”. Agualongo fue fusilado con el rango de coronel en Popayán y sus supuestos restos “hallados” en la iglesia de San Francisco de Popayán-1982-, y llevados recientemente a Pasto, donde se pedirá a la Fiscalía sean analizados por su ADN los pocos huesos y si se corresponden entre si, -con familiares actuales-, y así cancelar definitivamente las especulaciones históricas de si son, o no son los restos del indígena quillasinga pastuso, actual bandera politica del otrora M19, usurpadora de la espada de Bolívar en San Pedro Alejandrino, y de la más recalcitrante derecha nariñense , hoy representada en el gobierno departamental de Nariño.
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